“Los cuadrados mágicos actualmente no tienen ninguna aplicación técnica conocida que se beneficien de sus características, por lo que siguen recluidos al divertimento, curiosidad y al pensamiento matemático.”
Sin embargo: son cada vez más empleados en el ámbito de la “Matemática Recreativa”, como recurso didáctico, al obligar a continuos cálculos mentales.”
Los “Cuadrados mágicos” están –a mi juicio- en la cumbre –por ahora- de los juegos con números. Desde hace casi tres mil años.
Aunque menos ricos en contenido y motivación, también tenemos:
Sudokus
Cuadros latinos Cuadros grecolatinos |
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Montañas y
Pirámides/embudos |
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Cuadrados mágicos |
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“–No es mucho, pero entretienen y divierten.”
–¿Que no es mucho?… ¡muchísimo!: tornan los números y las operaciones –el Cálculo Aritmético, y más allá- en un juego. Atrayente, esperado, eseado.
Y ayudan a desarrollar patrones, estrategias de estructuración y operatorias, organizar el espacio interior y practicar el cálculo mental, que eso sí es una preocupación didáctica de primera magnitud.
Todos ellos gozan de gran flexibilidadd y grados de dificultad en dimensiones, elementos y situaciones problemáticas. Para una panorámica sencilla:
“Juegos con instrumental de cálculo.docx”
Y con más lustre, para el rey y su familia:
“En el límite de la magia.docx”
Son inmediatamente accessibles para un estudiante DV que se sirva de un cubaritmo, una “Caja de Aritmética” o de un dispositivo digital –preferiblemente: si dispone de una “línea braille”-.
Puede también jugarse con la máquina Perkins –u otra-, o con la humilde regleta de punto positivo –abriendo y abriendo-; incluso con una regleta o pauta tradicional tornando y tornando la hoja de papel… Pero se complican notablemente, por la mayor dificultad en localizar el lugar exacto de escritura de la cifra o cantidad, y, sobre todo, por la complicación en el borrado o sobre escritura en caso de modificar valores.
Aún podrían citarse otros, como las “Redes”, los “Itinerarios” y “Laberintos” empleados para el desarrollo de Cálculo Mental, los “bingos”, el “parchís”… Pero basta y sobra con el elenco de los mencionados y sus variantes -con o sin cuento-, ¿no?
Sólo que su accesibilidad exige adaptación: tiempo e imaginación.